28 de enero de 2013

Mamá express

Disculpe usted, ávido lector de este discreto blog. Sé bien que el día de ayer, domingo, debí publicar una locochona y entretenida entrada para usted. Cómo mujer con ocupaciones, con hija nueva y mucho sueño, me fue imposible darle al botón "publicar" en el panel de administración. Y es que tengo 2 entradas ya escritas, pero no las siento como parte de lo que quiero contar en este momento, así que se quedarán ahí hasta que me inspiren de nuevo.

Ha sido una semana extraña, de lluvia, enfermedad y drogas no necesariamente divertidas. Me he pasado los días posponiendo citas de trabajo, cómo si me sobrara el dinero. Al menos ahora ya puedo respirar y hablar sin ser tan nasal.
Siempre fui una persona enfermiza. Mis amigos de la secundaria pueden recordarme limpiándome los mocos  todo el tiempo (espero por favor que me recuerden también por buenas razones), y es que mi rinitis es tan molesta en todas las épocas del año. Recuerdo que mi madre solía darme baños de vapor cuando era muy pequeña. Hacía una tienda con cobijas y sábanas para que el vapor no escapara, me untaba vaporub y en una cubeta con aguar muuuuy caliente movía un trozo de tela para que el vapor subiera. Era como ir de campamento, excepto quizás porque yo no podía respirar y me sentía morir, pero mamá estaba ahí para abrazarme y apapacharme.
Esta vez me tocó ponerme fatal justo un día antes de que mis padres se fueran de viaje. Estuve 2 días en mi cama (no completos, pero casi) y mi madre no estaba. Intenté esto del vapor. Muy entusiasmada puse a hervir agua, colgué un par de sábanas al abanico de techo y cuando estaba ya todo preparado, me arropé dentro y ¿saben algo? ... No es tan divertido. No vi el vapor por ningún lado, caí en cuenta que es muy peligroso tener agua caliente tan cerca de las manos y sobre todo, que es como hacerse cosquillas a uno mismo. No funciona si no esta tu mamá abrazándote y tocando tu frente. u_u
Me vi obligada a continuar con mi enfermedad como un mortal: tomando las miles de pastillas, jarabes y lubricantes nasales; y muy importantes las restricciones: No usar la bicicleta.
Ha sido una locura. Balam me ayuda mucho a mejorar mis niveles de serotonina y no poder usarla empeora mi enfermedad.
Aún no termino de recuperarme, pero justo ayer, domingo, que iba a cometer el pecado de asistir a un paseo, sucedió una tragedia. Iba yo muy tranquila cantando camino a Vicerrectoría montada en mi bici, cuando sentí el bajón y de inmediato levante mi cara al cielo, literalmente grité (¡¡nooo!!), se ponchó una llanta y no tuve más remedio que hablar para que me recogieran. Estaba lejos de mi casa y de vicerrectoría como para irme caminando. Lo tomé como una señal para saber que no era tiempo de volver a las andadas, se que mi amigo Omar se sentiría muy orgulloso de mi decisión. jaja

Para terminar con esta entrada express, les platico que tengo una hija nueva. No se como lo tomarán mis padres, pero espero que sepan aceptarla al momento de verla, digo, cuando regresen. Se llama Sol y es un hermoso roedor de género Rattus que dentro de la semana les presentaré. Todavía estoy preparándola para una sesión.

Me despido por el momento, ya nos leemos en la semana, que es la última vacacional :)
No coman tierra.

3 comentarios:

Werfanita says:
at: 29 de enero de 2013, 1:11 p.m. dijo...

Conosco el feeljng de que los remedios mo funcionan si tu mamá no los hace!

Werfanita says:
at: 29 de enero de 2013, 1:13 p.m. dijo...

millones de errores en mi pasado comentario es que el estúpido teclado de mi device es bien pinche sensible y con mis dedos gordos/clumsy no se puede

tita♥amor says:
at: 30 de enero de 2013, 5:22 p.m. dijo...

jajajajaja no hay pedo, queda claro que las mamás son la onda :)