¡Qué día, qué semana!
Me he levantado con noticias un tanto importantes para la gente, pero sinceramente, me importan nada. A veces (sólo algunas veces) me sorprende y preocupa un poco mi desinterés por cosas (sólo algunas cosas) que ocurren en el mundo, cuándo sé que aunque no me afectan de forma directa e inmediata, eventualmente lo harán y quizá mas temprano que tarde. De pronto se me olvida también el día en que vivo y las celebraciones comunes pasan desapercibidas, y es que son tan banales, que lo que representan se pierde entre tanta estupidez.
Hoy invité a mis amigos al cine:
- Vamos al cine mañana.
- Estas loca (pinche loser-con acento chilango ñero)
- ¿Qué tiene?
- Va a estar lleno de parejitas.
- O_O A la! mañana es 14. No importa, vamos.
- ...
- Bueno, entonces voy sola.
-...
- u_u Adios.
¿En que momento nos volvimos lo que somos? ¿Cómo fue la transición de vivir un día plenamente a dejarnos influenciar de tal modo que sacrificamos nuestros intereses y deseos por amoldarnos a rutinas establecidas por otros?
No soy el grinch de san valentín ni mucho menos. El amor es lo más bello y preciado que el ser humano puede disfrutar, por qué, al menos para mí, éste existe en cada ámbito de nuestra existencia y de él se desprende toda la gama de sentimientos, todos.
Yo soy de la idea de que el amor se demuestra todos los días, de la misma manera que se debiera vivir cada día plenamente; de cierta forma concuerdo en que a veces uno le asigna valores a ciertas fechas y es genial tener algo especial. Pero ¿qué tiene de especial celebrar un día en el que todo el mundo celebra por la misma razón? ¿Acaso la masificación no lo vuelve algo ordinario e impersonal? Si lo que necesitamos es un pretexto para celebrar algo: queridos, todos los días tenemos muchos (los cuales no necesitamos en realidad), el día que nos falten razones para celebrar es por que estamos en una caja a unos metros bajo tierra, y entonces espero que al menos eso le de pretextos a otros para hacer lo que ya no pueda.
Esta misma semana he podido pensar bastante sobre el amor, la vida, los planes y todas esas barbaridades inevitables que aderezan nuestra existencia. Sin lugar a dudas, limpiar tu cuarto profundamente te lleva a revelaciones impensables. Sacar cajas con papeles, obsequios, fotos. Decidir lo que se queda y lo que se va, por que definitivamente no puedes ir por la vida guardando cada cosa que te cae en las manos. Tengo esa tendencia. Tengo desde lo más común, como boletos de cine, entradas a museos, toda clase de regalos, flyers, dibujos, etiquetas de ropa. Algunas cosas raras como tapas de leche, cajas de cigarros, piedras, inhaladores, cocos de marihuana de hace como mil años, pegamento seco en pedazos que alguien se quitó de los dedos (me recuerda a Everything is Illuminated, mírenla). Estas cosas no eran de mi persona y me pregunto cómo es que me la paso acumulando. Es muy dificil el desprendimiento, el cambio. Cómo seres humanos nos rehusamos a caminar mas allá de nuestro círculo. Decidí comenzar con el hermoso pizarrón que mi hermana puso en mi recamara. Tenía 6 meses con los mismos textos y con un hermoso dibujo que mi amada Karina hizo de mí. Me negaba a borrarlo, pero con mucha fuerza de voluntad, decidí ayer tomar el borrador y la magia sucedió. Me dí cuenta de que cuando las cosas se quedan en el mismo lugar mucho tiempo, es muy dificil cambiarlas. La tinta parecía haberse adherido a la superficie como goma. Tuve que usar agua para removerlo, cosa que no hubiera sucedido de haber tomado la decisión hace 5 meses, cuando ya le había tomado fotografías a ese dibujo. A veces uno se apega a ciertas cosas por que las ve ahí por que son agradables y nos reconforta la estabilidad, pero conforme pasa el tiempo nos es mas dificil deshacernos de ese apego. Ya está borrado, ahora tengo un lindo pizarrón en blanco que me permite crear cosas nuevas y ¿por qué no? dejar que otros dibujen en él.
Todo esto me hizo pensar mucho en lo pasajero de las cosas, de las experiencias e incluso de las personas. Varias temáticas de esta semana me hicieron recordar mis miedos y analizar de que manera puedo superarlos (en la superación no conseguí avances). Mis golpes de la semana antepasada también han colaborado a esta causa de muchas formas, y es que andar olvidarse de cosas, como dice Karla Iris, no está cool. Se preguntarán que relación tiene una cosa con la otra. Mucha. punto.
Ya he hablado en este blog sobre mi miedo más profundo. Dicen las lenguas flojas que uno no debe andar divulgando los miedo por que después otros pueden usar esa información para perjudicarnos. A mi me vale un rábano. Nada podría importarme menos que un rábano. Por eso les contaré, de nuevo.
Olvidar me asusta, me estresa, me caga, me aterra, me da pavor. Me parece una de las situaciones mas tristes y agobiantes que una persona puede experimentar. Como seres humanos podemos decir que lo único que tenemos es nuestro cuerpo y nuestra mente (también lo hemos platicado Omar y yo la semana pasada, ¿o fue ésta? :/). Podemos creer que poseemos tantas cosas e incluso algunas veces que tenemos a otras personas, pero en realidad, al final todo se reduce a nosotros. Imaginarme que todo aquello que he vivido, las imágenes en mi memoria, las voces, los olores, las sensaciones, que todo eso que poseo en mi vida se desvanezca. Eso me aterra. Sería como morir cuando aún le quito el espacio físico y temporal a alguien más. Posiblemente yo no sepa siquiera lo que se ha borrado de mi mente, pero que triste mirarse al espejo, ver esas arrugas, ver los callos de mis manos, las cicatrices de mis rodillas y no saber porqué están ahí. No recordar los dolores y las dichas, mis cambios. Tener una vida en blanco y ver a otras personas que me miran con amor o con odio y no saber que sentir por ellos, por que los desconozco. Se que suena irracional, pero así son los miedos ¿no?
Mi miedo a ser senil está ahí y ha protagonizado algunas de mis peores pesadillas. Pero me pongo a pensar y me duele admitir que a veces vivo con ese deseo de borrar. A veces uno siente que fingir que algo no ha sucedido o pretender que sacando a alguien de tu vida se borran los tragos amargos. Al limpiar mi cuarto, al tirar cosas viejas, siento que me traiciono a mi misma, porque quiero ayudar a mi mente a hacer aquello que tanto temo: olvidar.
Deseo a veces que no tuviéramos que seguir esos parámetros sociales consumistas (de los que he leído con Meneses y que hemos hablado en clase), que nos acostumbran a pensar que cuando algo no te sirve o cuando hay un nuevo modelo de producto, tienes que deshacerte de lo que tienes e ir por algo más. Es que no somos productos mejorables, somos seres humanos, somos un paquete completo que no entra en la obsolescencia programada (Gracias Bullet). Somos capaces de crear, de reparar y si, también de desechar cuando definitivamente no hay arreglo, pero no olvidar. Uno no puede pasarse la vida borrando pizarrones o reescribiendo sobre lo viejo. No he encontrado una solución a esa alegoría. Se aceptan ideas.
De verdad no quería escribir algo tan... cómo lo que escribí, porque es un cliché y muy mamón. Pero no lo siento. Las fechas y las personas se encargan de recordarte estas cosas. Yo soy muy mala para quedarme callada, esto es lo más cercano a hablar en este momento, así que ahí está.
Si celebran estas fechas o las que siguen, o las que sean, pues bien, vayamos respetándonos. Yo me quejo y ustedes van a gusto al cine a noviar. Por cierto, ¿Por qué las parejas van al cine en una fecha 'tan importante' cómo esta? ¿No pueden acaso ir a un ambiente más frío que ese? Hasta ir a un antro lo hace mas especial, por que al menos se sentirán y se mirarán a los ojos aunque no puedan hablar. Yo les aconsejo que mejor no pierdan tiempo y se la pasen en la cama todo el día.
Ya pues, yo me callo jajaja.
Cuídense y no coman tierra.
PD: Si te gusta Paté de Fuá, vas por buen camino para llegar a mi corazón. :P Besos
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